viernes, 30 de diciembre de 2016

LOS COMUNISTAS VASCOS Y LA IZQUIERDA NACIONALISTA (y II)



En anteriores artículos, hemos ido abordando algunas de las actitudes de rechazo y de reacciones críticas que ha suscitado la deriva reformista, legalista e institucionalista, del sector mayoritario de la izquierda abertzale representado por Sortu. Hoy, vamos a continuar con algunas de ellas.

Askatasunaren Bidean

Este colectivo, formado por una cincuentena de expresos y refugiados políticos vascos-as, se presentó públicamente el pasado 21 de mayo en Bilbao. Su crítica a la nueva orientación de la izquierda abertzale “oficial”, y en concreto a Sortu, es coherente, sistemática y radical. Y aunque esa crítica parte de unos presupuestos ideológicos que, como ya hemos manifestado anteriormente, no compartimos (el nacionalismo revolucionario), sin embargo, coincidimos en buena medida con ella.

Por una parte, constatan que a comienzos del siglo XXI, el Pueblo Trabajador Vasco continúa estando oprimido y que se siguen manteniendo tanto la explotación capitalista como la opresión nacional y cultural, así como la dominación patriarcal y la progresiva destrucción de la naturaleza. También consideran, que todos estos aspectos se han agudizado enormemente desde el inicio de la crisis capitalista global, entre el 2006 y el 2008.

Al mismo tiempo, denuncian que el cambio de estrategia que ha llevado a cabo el sector de la izquierda abertzale “oficial” no ha ido dirigido, únicamente a poner fin a la actividad armada, sino que su objetivo principal ha sido el de integrar el movimiento popular en el sistema, y “liquidar al MLNV, la Revolución Vasca y hasta el propio abertzalismo socialista revolucionario”.

El colectivo Askatasunaren Bidean reconoce que en el seno del MLNV siempre se ha desarrollado la lucha de clases (entendemos que en el plano ideológico) entre los elementos reformistas y oportunistas de la pequeña burguesía vasca  y la militancia abertzale y socialista revolucionaria. Aunque de forma sucinta, describen los pasos, las distintas fases, que ha seguido este proceso de liquidación del movimiento abertzale y revolucionario por parte del sector reformista. También denuncian la manipulación del lenguaje mediante la que, poco a poco, han ido vaciando de contenido, desnaturalizando y desideologizando, tanto la lucha de clases como la lucha por la Amnistía y contra la represión. 

Por último, el colectivo Askatasunaren Bidea hace un llamamiento abierto, en sentido amplio, a la militancia abertzale y socialista revolucionaria a organizarse de múltiples formas, a niveles de barrio y de pueblo, aunque sin abogar por una forma organizativa específica, diferenciándose así de otros colectivos críticos surgidos en los últimos tiempos en la izquierda abertzale.

Herritar Batasuna

Hace ya varios meses, el pasado 19 de agosto, un colectivo político vasco hacía publica la propuesta para constituir la Herritar Batasuna. Recientemente, pocos días después de que tuviera lugar en Bilbao la manifestación pro-Amnistía del pasado 26 de noviembre, que reunió a cerca de 4000 personas, el mismo colectivo volvió a proponer una serie de puntos ideológico-políticos y organizativos [14], en el mismo sentido que su propuesta anterior, aunque de forma más detallada.

Según afirman sus promotores, se trataría de organizar una nueva UNIDAD POPULAR, “con la intención de recuperar, enriquecer y actualizar la memoria de todas las luchas a favor de la libertad de este Pueblo, y especialmente el espíritu abertzale y socialista revolucionario de Herri Batasuna de 1978” [15]. En ese sentido, reivindican los cuatro “objetivos históricos” de la Izquierda Abertzale: Independencia, Socialismo, Reunificación y Reeuskaldunización, a los que añaden el Feminismo y el Ecologismo, según dicen, “incorporados como consecuencia del desarrollo de las luchas de los movimientos populares”.

En sí misma, una propuesta de este tipo, dirigida a construir una “unidad popular” que agrupe tanto a organismos políticos (colectivos, organizaciones y/o partidos) como a militantes a nivel personal, del pueblo trabajador y de la clase obrera vasca, no es una idea rechazable. Sin embargo, la propuesta a la que nos referimos, tiene una serie de contradicciones, lagunas, ambiguedades e incongruencias, que difícilmente podrá servir para avanzar en el sentido que se pretende.

1.-  Algunas contradicciones de la propuesta

En el texto se afirma que “Herritar Batasuna tendrá un CARÁCTER DE CLASE impulsando el protagonismo de los trabajadores. Debemos realizar en la práctica la dirección política de lxs trabajadorxs en todos los ámbitos, fortaleciendo constantemente la conciencia nacional de clase. La Unidad Popular es así la Unidad del Pueblo Trabajador Vasco y, en especial, de la Clase Obrera Vasca…” (PP-11).

Para empezar, hay que decir que pertenecemos a la clase obrera vasca o al Pueblo Trabajador Vasco de una manera objetiva, es decir, independientemente de nuestra voluntad y del grado o nivel de conciencia nacional y/o de clase que tengamos e igualmente si no la tenemos.

En la primera parte de este artículo (SUGARRA 14-11-2016) ya expusimos con amplitud nuestro profundo desacuerdo con el concepto de “conciencia nacional de clase”. Allí planteamos que en base a esa diferenciación entre “conciencia de clase” y “conciencia nacional de clase”, se podría llegar a “renunciar al trabajo político entre aquellos sectores de la clase obrera que se considerase carentes de “conciencia nacional”, es decir que fuesen considerados como “españolistas”, aunque tuvieran cierto nivel de conciencia de clase. De esta manera, se podría abandonar a dichos sectores a la influencia reformista” (aptdo.3).

Con ello se estaría dividiendo a la clase obrera en función de sus sentimientos nacionales, favoreciendo así descaradamente a nuestros enemigos de clase, la gran burguesía española, el imperialismo, así como la burguesía vasca. Y los comunistas debemos esforzarnos por ganarnos a la gran mayoría de la clase obrera para la causa de la Revolución Vasca y no solamente a una parte de ella, abandonando al resto en manos de la reacción.

Por otra parte, en el mismo punto habla de “realizar en la práctica la dirección política de lxs trabajadorxs en todos los ámbitos…”. Pero, ¿cómo debemos entender esto? ¿Cómo podrían los trabajadores y trabajadoras llegar a ejercer efectivamente esa dirección política actuando a nivel individual, personal, de forma inconexa, como si fuesen un mero agregado y no como el sujeto social colectivo que deben ser?

Pero para esto último, necesitan contar con un instrumento organizativo propio, de intervención política y de difusión ideológica, especialmente preparado para ejercer, a través de él, esa función de dirección.    

2.- Sobre las lagunas de la propuesta

También nos dicen en su propuesta que son partidarios de mantener una “posición firme contra las estructuras imperialistas. En primer lugar, la OTAN… En segundo lugar, las estructuras actuales oligárquicas y antidemocráticas  de la Unión Europea, especialmente la falsa “independencia” del Banco Central Europeo, y el diseño y la gestión neoliberal y autoritaria del Euro,…” (PP-16).

Respecto a la OTAN, no plantean en ningún momento la necesidad de desmantelar las bases extranjeras, especialmente norteamericanas, que existen en muchos países europeos, al abrigo de la OTAN; ni la necesidad de que el futuro Estado vasco mantenga una estricta neutralidad, al margen de cualquier alianza militar; ni exigen la salida de la OTAN del Estado español y el francés.

En cuanto a la UE, al parecer no la consideran como una potencia imperialista, aunque esté en proceso de construcción, y con lo que no están de acuerdo es con la falta de control del BCE y con el diseño y la gestión “neoliberal” y autoritaria del Euro; cuando en realidad no es cuestión de oponerse sólo al capitalismo “neoliberal” o salvaje, sino también al neokeynesiano, por muy “civilizado” y con aspecto “social” que se presente.

3.- Algunas ambiguedades e incongruencias      

Estas cuestiones, de un importante calado ideológico y político, tienen relación con la cuestión del Estado. A continuación las desarrollaremos brevemente.

3.1.- Sobre el Reino de Navarra

Estamos radicalmente en desacuedo con que se considere al Reino de Navarra como el “Estado nacional” de los vascos, tal como se plantea en la propuesta (PP-4), cuando en realidad se trataba de una monarquía feudal, aunque ésta pudiera haber tenido algunos aspectos más “modernos” que otros reinos circundantes.

Parece que los promotores del HB ignoran, o no tienen en cuenta, que el Estado nacional surgió en otro contexto histórico (económico, social, ideológico, político y cultural) muy diferente al que se daba en la época en la que existió el Reino de Nabarra, en el periodo comprendido entre los siglos XI y XVI [16]. Es decir que no es que estén “idealizando” al Estado de Nabarra, cosa que niegan (PP-5), sino que lo están mistificando, lo cual, por cierto, es bien distinto y muy negativo.

3.2.- Naturaleza, estructura y funcionamiento del Estado vasco

En primer lugar, queremos destacar el tratamiento profundamente erróneo que se da en la propuesta de Herritar Batasuna a una cuestión tan esencial en cualquier planteamiento político-estratégico, como es la del Estado.

·       La naturaleza del Estado

Aunque los promotores de HB se manifiestan a favor del ”socialismo” (PP-2), en ningún momento plantean que el Estado vasco haya de tener un carácter socialista. Por tanto, da la impresión de que el socialismo que dicen defender se podría desarrollar sin necesidad de la intervención del Estado y que éste tendría únicamente la función de garantizar la independencia para así “construir el socialismo en libertad” (PP-11). Pero en ningún momento se habla de la función revolucionaria del Estado en el proceso de transformación social. Por nuestra parte, consideramos imprescindible que se defina con claridad la naturaleza social, el carácter de clase, del Estado que se propone crear.

·       Estructura y funcionamiento del Estado

Los promotores del HB defienden “la República Confederal” como la forma de articular entre sí los territorios vascos (PP-20), lo cual, de entrada, ya nos recuerda
algunas posiciones defendidas por el PNV al respecto. Por otra parte, según manifiestan, el funcionamiento de dicho Estado se basaría únicamente en la democracia directa. “Una Nación y un Estado que se estructuran de abajo arriba en batzarres soberanos de barrio, lugar de trabajo, pueblo, ciudad y comarca” (idem). Más adelante, también en el mismo párrafo, denominan a ese Estado como “Estado-batzarre de lxs vascxs”.

Es evidente que los promotores del HB no se han parado a pensar, con un mínimo de seriedad y rigor, sobre la viabilidad que tendría un Estado vasco que se basase en dichos criterios. Pero vayamos por partes.

En primer lugar, ¿qué supondría que un Estado de poco más de tres millones de habitantes, distribuído, en su parte sur, en cuatro territorios históricos y en su parte norte, en otros tres, tuviera una estructura confederal?

La Confederación de Estados es una alianza que se establece en base a  intereses comunes (económicos, políticos y/o militares) entre varios Estados independientes que ven la necesidad de unirse o asociarse para defenderlos en mejores condiciones [17]. Históricamente las confederaciones de Estados han surgido de tratados internacionales.

Debemos precisar que los Estados miembros de una confederación mantienen su soberanía, poseen el llamado derecho de nulidad, que les permite desvincularse de cualquier acuerdo que no consideren aceptable, y tienen el derecho de secesión, mediante el cual pueden volver a separarse de la confederación cuando lo crean conveniente.

Pero, según parece, la propuesta que se hace de “República Confederal” no se refiere a ese tipo de confederación sino a otra modalidad que podemos denominar Estado confederal. En este último caso, aunque se mantendrían los derechos antes citados, existirían unas diferencias entre ambas modalidades que serían: los instrumentos jurídico-políticos con los que se constituye una u otra, así como la entidad o personalidad jurídica de los sujetos que participan en su creación.

Sin embargo, diferencias aparte, los distintos territorios (herrialdes) que formarían la “República confederal” serían, a su vez, cada uno de ellos, sujetos políticos dotados de soberanía. Tal como sostiene la mayoría de expertos-as en derecho internacional público, ello supondría que cada uno de esos territorios podría tener subjetividad internacional (capacidad, juridico-política, de obrar en el plano de las relaciones internacionales) incluso en detrimento de la propia República.

En segundo lugar, si a esto añadimos que el funcionamiento del Estado se basaría en los batzarres, es decir, en la democracia directa a todos los niveles, es fácil comprender que el principio fundamental de cualquier Estado (ya sea capitalista o socialista) que consiste en la unidad de acción y de dirección, difícilmente se podría garantizar, lo que haría que ese tipo de Estado fuera completamente inoperante.

Además, también debemos tener en cuenta otras dos cosas: a) la complejidad de las tareas que habrá de abordar el Estado vasco para satisfacer las necesidades de una sociedad desarrollada, culta y moderna como la nuestra; y b) las condiciones geoestratégicas en que se ubicaría el nuevo Estado vasco, en el corazón mismo de la Europa imperialista, rodeado de Estados capitalistas pertenecientes a la UE y a la OTAN. Unas condiciones concretas que harían aún más inviable un Estado como el que se propone.

Respecto a la cuestión de la Confederación, queremos decir que aunque no estamos a favor de que sea esa la estructura interna de Estado Socialista Vasco, si la consideramos apropiada para llevar a cabo una unión libre y voluntaria con otros Estados socialistas o progresistas avanzados.

·       El Estado y el derecho

Se plantea el Derecho Pirenaico como base jurídica del nuevo Estado que, según se afirma en la propuesta, se utilizaría para “quitar a las élites el poder administrativo para devolvérselo al pueblo” (PP-20). Indudablemente aquí también se mistifica el alcance de una serie de usos y costumbres, de carácter pre-capitalista, mantenidas a través de los tiempos en algunos valles y comarcas de Euskal Herria.

Decía Marx, refiriéndose al derecho, que: “El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado” [18]. Es por ello que no se puede pretender que el Derecho Pirenaico sustituya a todo un cuerpo normativo que se habrá de desarrollar en las condiciones histórico-concretas (sociales, económicas, políticas, ideológicas, culturales, etc.) que existan durante el proceso de construcción del socialismo.

Sin embargo, lo que sí es cierto es que entre las fuentes del derecho, además de la ley y la jurisprudencia o los tratados internacionales, también se incluye la costumbre o lo que es lo mismo, el derecho consuetudinario. Y, en ese sentido, el Derecho Pirenaico, también habrá de ser tomado en cuenta a la hora de elaborar el nuevo derecho socialista [19].

4.- El origen de la opresión nacional

El Estado español actual, es el instrumento de la gran burguesía española para mantener su dominación de clase. Una dominación que, en lo político, se basa en la “indisoluble unidad de España” y en cuya base se sitúa la unidad económica, es decir, la “unidad de mercado”. Esta dominación de clase es el origen, la verdadera causa, de la opresión nacional a que se encuentra sometido el Sur de Euskal Herria, así como el resto de naciones que hoy forman parte del Estado español.

Aunque la formación del Estado español se inició a partir de la monarquía feudal  centralizada moderna, impulsada en el siglo XV por los Reyes Católicos, lo que condujo más tarde, en el siglo XVI a la conquista del Reino de Nabarra, no se puede atribuir ni exclusíva ni principalmente a este hecho, el origen de la opresión nacional sobre Euskal Herria, sino que esta tiene su origen, fundamentalmente, en el desarrollo peculiar del capitalismo español.  

NOTAS

14.- La propuesta se divide en dos partes. Una de 21 puntos, que está formada por las bases y objetivos políticos, que para su comentario utilizaremos la abreviatura PP, seguida del número a que corresponde; y otra de 11 principios organizativos, a la que nos referiremos con la abreviatura PO, seguida también de su número correspondiente.

15.- En octubre de 1977 se creó la Mesa de Alsasua, en la que estaban representados varios partidos nacionalistas de izquierda, así como personalidades abertzales independientes. Pocos meses más tarde, en abril de 1978, a partir de dicha Mesa, se constituyó la coalición Herri Batasuna que agrupaba a los partidos ANV, ESB-PSV, LAIA y HASI, así como a  diversas personas abertzales independientes.

16.- Si nos atenemos a la teoría del Estado, en la Baja Edad Media, como consecuencia de la actuación combinada de una serie de factores sociales, económicos, ideológicos y políticos, tuvo lugar un proceso de centralización del poder, a partir de las monarquías feudales, que dió lugar a lo que luego se llamaría “monarquías autoritarias” o “renacentistas”, y que dió paso a los Estados centralizados modernos. Este proceso estuvo íntimamente relacionado con el auge de la actividad económica y comercial, que tuvo lugar en los albores del modo de producción capitalista.

En Europa occidental, este impulso centralizador se produjo, a finales del siglo XV, con los Reyes Católicos, después de una serie de guerras entre los distintos reinos peninsulares; en Francia, con los reyes de las dinastías de los Capetos y de los Valois, después de la Guerra de los Cien Años; y en Inglaterra, con la dinastía de los Tudor, después de la Guerra de las Dos Rosas.

Los Estados feudales modernos ya contaban con un territorio relatívamente estable; con unos límites bien precisos; con unos aparatos judicial, tributario y administrativo, así como con un ejército, permanentes. De hecho, las necesidades de derivadas de la guerra, contribuyeron en buena medida a la realización de este impulso centralizador.

Apartir de estos primeros Estados modernos (feudales) se iría acentuando la concentración del poder hasta formarse lo que se ha denominado “monarquías absolutas”, que surgieron en el periodo comprendido entre el siglo XVI y el XVIII. En realidad, estas monarquías correspondieron a una situación de relativo equilibrio, en la que el poder político estaba en manos del rey y de la aristocracia feudal, pero el económico ya empezaba a pasar a manos de la burguesía ascendente (comercial y manufacturera).

Las monarquías absolutas se establecieron, en Francia con la dinastía de los Borbones (Enrique IV y Luis XIII), en el siglo XVI tras las “guerras de religión”; en Prusia, con los Hohenzollern (Federico I Guillermo de Brandemburgo), en siglo XVIII; en el Estado español con los Borbones (Felipe V) tras la Guerra de Sucesón Española, a principios del siglo XVIII; y en Inglaterra con los Estuardo (Jacobo I y Carlos II), en el periodo inmediatamente anterior a la Revolución burguesa de 1648.

Posteriormente, las distintas revoluciones burguesas que tuvieron lugar en los Estados más desarrollados de Europa: Paises Bajos (1568-1648), Inglaterra (1642-1660 y 1688) y especialmente la Revolución Francesa (1789), dieron lugar a un nuevo tipo de Estado, cuyo poder estuvo ya más centralizado, pero cuyo aparato burocrático-administrativo, hasta entonces patrimonial, pasó a adquirir un carácter “público”. Fue el inicio del llamado Estado Nacional.  

17.- Las confederaciones de Estados más conocidas han sido: La Confederación Ateniense I, o Liga de Delos (477-404 a.n.e.), la Confederación Ateniense II (378-338 a.n.e.), la Liga Hanseática (s. XII-XVII), la Confederación del Rin (1806-1813), la Confederación Germánica (1815-1866), la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), los Estados Confederados de América o Confederación Sudista (1861-1867), la Confederación de Alemania del Norte (1866-1871), etc.

18.- C. Marx. “Crítica del Programa de Gotha”. Obras Escogidas de Marx y Engels (2 Tomos). Tomo II. Pág. 17. Editorial Fundamentos. Madrid, 1975.  

19.- El derecho socialista, como corresponde al periodo histórico en el que se desarrollará que es el de la transición entre el capitalismo y el comunismo, tendrá un carácter contradictorio y su contenido dependerá, en gran medida, del nivel de desarrollo de la lucha de clases que todavía subsistirá durante dicho periodo.